Se conocieron una tarde del mes de marzo del 2009. Se encontraron en un centro comercial, ella vestía una falda negra y una camiseta blanca, él un pantalón beige y una camiseta amarilla, tiene la ropa alguna importancia en esta historia, no lo sé a ciencia cierta, pero ese día quedó grabado en mi mente. Ella era seria, firme en sus convicciones, sensible y apasionada. El parecía irreverente, seguro de sí mismo, estructurado, un hombre práctico, que va al grano. Al poco tiempo de conversar se dieron cuenta de que tenían puntos de vista opuestos sobre la vida, sobre las relaciones humanas, sobre los compromisos y sobre el sexo, pero había algo que los hacía seguir hablando.
Ella pensó, cuando volvió a casa que era solo otro hombre más, y que su punto de vista sobre los temas que habían conversado la hacía enojar, sin embargo le había llamado la atención…estas ganar de discutir, de pelear que sentía, la intrigaban. Él pensó que ella era ingenua y que tenía una visión inocente de la vida, incluso un tanto mojigata, pero al igual que ella, sintió algo que le hacía desear volver a conversar. Se volvieron a encontrar en otras oportunidades y cada vez que lo hacían seguían discutiendo. Chocaban, pero se atraían. Se dieron cuenta de que había una conexión entre ellos y con el paso del tiempo las conversaciones cambiaron de tono, se hicieron más interesantes, más profundas y ellos comenzaron a conocerse mejor.
Ella se dio cuenta de que él era mucho más profundo de cómo se había mostrado las primeras veces y de lo que ella se había imaginado y eso le gustó mucho. Se dio cuenta también de que su enfoque sobre la vida, sobre el amor y sobre el sexo estaba basado en las experiencias que había tenido y las que su trabajo le había permitido. Ella percibió que él tenía una sensibilidad muy grande, pero que tenía miedo de manifestarla. El comprendió que ella no era mojigata, que creía en la gente y que podía conversar sobre cualquier cosa con libertad y seriedad. Se sentía bien de hacerlo.
Al poco tiempo, ella se dio cuenta de que él, no era un hombre más, de que la fue consquistando poco a poco. Ella se enamoró. Contra todo pronóstico, él se dio cuenta de que ella también había tocado su corazón y que de repente todas las cosas que creía tener tan claras comenzaron a no serlo, se preguntaba cómo era eso posible, cómo podía suceder que ella estuviera poniendo en duda todo lo que él siempre había creído y que pudiera influir en su manera de pensar. Tuvo miedo, trató de poner distancia entre los dos. Dejaron de verse por un tiempo, aunque no dejaba de pensar en ella ni por un momento y él no salía de la mente de ella ni por un segundo. Ella se decía a sí misma que la conexión que habia sentido con él no había sido su imaginación. Él no entendía como su corazón podía tener más fuerza que su cabeza, él que siempre había sido tan ordenado y estructurado se veía ahora completamente desarmado ante esta nueva situación. Decidió hacerle caso a su corazón y dejarse llevar.
Se volvieron a encontrar después de un tiempo, ambos tenían miedo y sensaciones encontradas, pero lograron romper las barreras iniciales, abrieron su corazón y revelaron sus sentimientos, él comenzó a compartir con ella sus sueños más profundos, ella se sentía dichosa porque él lograba que él sacara de ella lo mejor de sí misma y era inmensamente feliz cuando se veían, cuando se encontraban.
Ella cantaba, escribía poesía, sentía que tocaba el cielo con las manos, él que tan pocas veces había escrito sus sentimientos, comenzó a hacerlo para ella, regalándole la enorme sensibilidad que tenía, ese fue para ella, el mejor regalo que pudo recibir de él. Se enamoraron profundamente, vivían un amor de novela, no existían motivos para discutir, ni para pelear, se necesitaban, se buscaban, se sentían intensamente, sus noches de amor eran maravillosas y no era solo el sexo, sino el antes y el después, el clima de intimidad que se creaba entre ellos, las cosas que ella le escribía y todo lo que él le decía. La felicidad se posó en sus vidas, no podía existir algo mejor.
Como siempre suele suceder, la felicidad se posa en nuestros hombros por un tiempo breve, las circunstancias de la vida los separaron una y otra vez…algunas veces era ella la que lo lastimaba y se alejaba, otras era él quien ponía distancia, pero siempre volvían a encontrarse y revivían el amor y la pasión que sentían, pero volvían a separarse… Los 9000 kilómetros que los separaban comenzaron a ser un obstáculo, era su amor, un amor imposible? ambos sufrían, no pasaba un día sin que dejaran de pensar el uno en el otro. Él lo sabía y ella lo percibía.
Habían vivido esta historia de amor a través de la computadora, habían logrado establecer un contacto, sentados cada uno frente al monitor, separados por un océano, en dos continentes diferentes. Se habían conocido, como con nadie en la vida real, se habían amado de mil y un maneras, sentían una conexión tan profunda que no podían permanecer separados mucho tiempo…aunque muchas veces la razón parecía imponerse, los sentimientos volvían a aparecer.
Ambos se preguntaban si eran los sentimientos o era una obsesión, los momentos que estaban separados pensaban que por fin había terminado, que ahora podían empezar a pensar en otra cosa, que podían volver a la normalidad...pero pasaban un par de días en que racionalizaban sus pensamientos y luego otra vez surgía la necesidad de estar en contacto, de escribirse y toda la razón quedaba de lado. Ella comenzó a sentir que no le era suficiente, que no le alcanzaba con sólo escribirse.
Ella lo quería con toda su alma, pero atravesaba un momento difícil en la vida real, y había cosas que no podía o quizá que no tenía la capacidad de compartir con él y por ese motivo lo hizo a un lado. El se sintió dolido con esta actitud porque ella no confió en él y no quiso volver a hablar con ella.
Ella lo extrañaba muchísimo y lloraba por él, pero su corazón le decía que él estaba tomando la mejor decisión para él y eso la consolaba en parte. Ella solo quería su bien, quería que él fuera feliz y que él supiera que la había hecho la mujer más feliz del mundo y que eso no lo había logrado nadie antes. Ella siempre lo llevaría en su corazón.
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